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Motivación vs Educación Emocional

 
¡Supéralo niquita! ¡Saca el campeón que llevas dentro de ti! ¡Tú puedes!

Este tipo de mensajes o similares nos llegan mucho en las llamadas charlas motivacionales. Tienen un efecto muy poderoso porque realmente te hacen sacar lo mejor de ti y te hacen creer que tú puedes. El problema es que esto solo dura un par de días, máximo una semana, y luego vuelven a su estado emocional original. Entonces el motivado se vuelve una persona drogadicta, que va en busca constante de alguien o algo que lo motive para poder seguir adelante.

No me mal interpreten, para nada estoy en contra de la motivación. De lo que estoy en contra es de la manera en que nos la han pintado. La palabra motivación viene de motivo+acción, es decir, un motivo para poner acción. De acuerdo con esta motivación, lo que nos hace falta para estar siempre motivados (dentro de lo posible, porque es normal tener altas y bajas emocionales), es tener un sueño o deseo ardiente de lograr algo que nos impulse a la acción. Además de esto, lo que verdaderamente nos hace falta es la educación emocional.

Daniel Goleman, destacado profesor de psicología de la Universidad de Harvard, popularizó el término “inteligencia emocional”, que es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. Es decir, esto más un motivo para poner acción es lo que falta para siempre estar motivados. Es bueno también de vez en cuando ir a una charla motivacional, ya que esto nos da un boost de energía mental, como si estuviésemos bebiendo una bebida energética XS, pero si no tenemos ese motivo ni nos educamos emocionalmente, de nada sirvió esa charla de motivación. ¡Automotívate!



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